Editorial: Babidibú
ISBN: 978-84-18017-59-9
Páginas: 36
Sinopsis
No hay cosa que a Mateo le dé más miedo en el mundo que el jardín tenebroso de la casa espantosa de la bruja Gina. Bueno..., en realidad sí hay algo que Mateo teme todavía más, y es ¡a la propia bruja Gina!. Una niña de piel verde y pelo blanco, que recita extraños conjuros y hace magia con su varita.
Impresiones
Conocí a Áurea Poncelet con "Ratolescencia" un libro dirigido al público juvenil con el hijo del Ratoncito Pérez como protagonista. Me gustó mucho: la historia, que la relacionase con el Ratoncito Pérez, los valores que enseñaba, las ilustraciones... Es un libro precioso que no dudo en volver a recomendaros (pasad por aquí si queréis leer mi reseña completa).
Con estas premisas, no podía dejar pasar su nuevo libro, esta vez dirigido a un púbico algo más infantil: "Mateo y la bruja Gina"
Mateo es un niño como otro cualquiera. Le gusta jugar, especialmente con su perro Rufo y se pasa el día en el jardín de su casa saltando, corriendo y jugando al balón. Como cualquier otro niño de seis años.
Pero a Mateo hay una cosa que le da miedo: su vecina Gina. Gina es muy rara: tiene la piel de color verde, el pelo blanco, una casa muy rara con tejados y torreones y, encima, tiene como mascota ¡una dragona! ¡Qué rara es Gina!
Mateo no quiere saber nada de Gina. Es una niña de su edad y son vecinos jardín con jardín. Lo normal sería que jugasen juntos. Pero a Mateo Gina le da miedo y, además, por qué no decirlo, como que se siente un poco superior. ¿Por qué? Porque es rara, porque es diferente.
Pero un día Rufo, su perro, se pierde y Gina va a ayudar a Mateo a recuperarlo. Ahí el niño se dará cuenta de que Gina, será muy bruja y muy verde, pero es una niña normal, como él mismo, como las niñas de su clase. Una niña buena, con la que se puede hablar y jugar.
"Mateo y la bruja Gina" es un cuento maravilloso. Como cuento en sí es precioso, divertido y entretenido. A los niños les pasan unas cuantas aventuras que harán las delicias de los más pequeños. Pero es que, además, como muchos cuentos infantiles, tiene una enseñanza de base: la igualdad. La autora pretende trasladar a los peques algo que no es siempre fácil de aceptar: que todos los niños (o mayores, ya puestos) son iguales. Independientemente de su color de piel, de pelo, que lleven gafas o no, que tengan un defecto físico, que... Lo que sea. Quiere mostrar que hay que dejar atrás miedos y prejuicios y ver lo que hay detrás de esa cara verde (o ese andar renqueante, o ese hablar raro...): un niño igual que ellos.
El libro da una lección de tolerancia y lo hace de una forma preciosa, a través de una historia divertida, narrada con mucho sabor hacer y con unas ilustraciones super coloridas y simpáticas.
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